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el periodico de saltillo
Noviembre 2014, ed. #309


Retrocognición de la conciencia emocional.

 

Salomón Atiyhe Estrada.

A través de nuestros años vividos se ha desarrollado nuestro raciocinio; por medio de la razón podemos arribar a conocimientos diversos a tal grado que todo existe gracias a la razón o arte de razonar porque hay quienes cultivan el razonamiento y otros no las agarran a gatas, peor volando.

Dice un buen reportero: “siete honrados servidores me enseñaron cuanto sé, ellos son: ¿qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué?”. Y agrega, “lo más frustrante de ser viejo es que ya sabes todas las respuestas, pero nadie te pregunta”. Nos da un buen consejo, “Vive el presente pero vívelo bien de tal manera que el futuro sea una esperanza y el pasado una lección”. Pero no hacemos caso, andamos en piloto automático. Esa frase atribuida a Sócrates, que dice: conócete a ti mismo; es grandiosa, pero no lo intentamos siquiera. Ah, pero tomamos cursos de tarot, de meditación, técnicas mentales tibetana, astrología y demás cursos de autoayuda y todo para que nos digan: si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla afuera. Otros buscan siempre el éxito, pero para ser exitoso no tienes que hacer cosas extraordinarias, haz cosas ordinarias extraordinariamente bien, o sea, si buscas una aguja, no busques en un pajar, busca en un costurero. Así, este mundo está dividido en dos clases de personas, los que creen que el mundo está dividido en dos clases y los que no creen. El éxito lo miden por la cantidad de dinero que ganan, pero no todo es dinero en la vida…también están los cheques. Y para los que ni dinero ni cheques, la melancolía es la dicha de estar tristes.

Hay cápsulas de conocimiento que generan inteligencia emocional, pero cuando el filósofo señala la luna el tonto se fija en el dedo; de hecho, la sabiduría nos persigue, pero nosotros somos más rápidos, y lo mejor de no saber hacer nada es que se tiene mucho tiempo libre, pero cuando reparamos en ello descubrimos que experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones, luego culpamos a la mala suerte, a que nos levantamos con el pie izquierdo, y sí, la superstición trae mala suerte. Nos pasamos la vida discutiendo quién es mejor que el otro al extremo de decirle al contrario: “mi complejo de superioridad es mejor que el tuyo”. Y en este mundo cotidiano donde movemos nuestra humanidad el cine nos ayuda a soñar y la televisión a dormir; pero no te preocupes, el peor día de tu vida sólo durará 24 horas. Amigo, saber ganar la vida no es lo mismo que saber vivir. Por eso Teresa de Calcuta dijo: “Una de las peores enfermedades es no ser nadie para nadie”; y Martín Luther King sentenció: “O vivimos todos juntos como hermanos, o perecemos todos juntos como idiotas”.

Esas cápsulas de conocimiento que transitan libremente por el Internet, si se les presta atención, tiempo y reflexión, estaremos aplicando una retrocognición de nuestra conciencia para detectar lo que nos causa sufrimiento, estrés, falta de entendimiento y nos pueden ayudar a apagar el piloto automático para tomar el control de nuestro propio vuelo. Esas frases memorables sirven como un gimnasio mental para elevar nuestro coeficiente intelectual, mejorar la memoria, mejorar la capacidad de aprendizaje y la comprensión; como dice el proverbio árabe: No digas todo lo que sabes. No hagas todo lo que puedes. No creas todo lo que oyes. No gastes todo lo que tienes. Porque, quien dice todo lo que sabe. Quien hace todo lo que puede. Quien cree todo lo que oye. Y gasta todo lo que tiene. Muchas veces… Dice lo que no conviene. Hace lo que no debe. Juzga lo que no ve. Y gasta lo que no puede.

Paulo Fraire dijo: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Sabias palabras, al igual que lo que dijo Pitágoras: “Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Pero al parecer nuestro sistema educativo desconoce estos pensamientos e igual los padres de familia. A veces es necesario cerrar algunas puertas… No por orgullo ni soberbia, sino porque ya no llevan a ninguna parte. Como dijo el hombre sonriente: “Una sonrisa en mi rostro, no significa la ausencia de problemas, sino la habilidad de ser feliz, por encima de ellos”; o sea, la felicidad no es un destino, es la actitud con la que se viaja por la vida. Humildad no es sinónimo de pobreza. Humildad es sinónimo de calidad de persona. Pero desgraciadamente hay más hambre en el mundo por falta de amor que por falta de pan. No se hace un mundo diferente con gente indiferente. Aristóteles lo expresó de esta manera: “Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”. Las frases célebres, las citas de los grandes hombres de conocimiento tienen la misma dirección, buscan la misma ‘diana’, motivar la inteligencia emocional, pues las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente la que hace al hombre libre o esclavo; cuánta verdad. El peligro del pasado es que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots. No todo está en la ciencia, en el razonamiento lógico y frío, es necesario desarrollar al ser espiritual; admira a quien lo intenta aunque fracase; la paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia es la debilidad del fuerte; por ello, no importa la lentitud con la que vayas, siempre y cuando no te detengas.

Si quieres aprender a volar como el águila, no vivas rodeado de pavos. Si tratas de gustar a los demás siendo alguien que no eres, nunca sabrás si eres tu quien le gusta. Todavía no encontré a nadie que se criticara a sí mismo con el mismo empeño con que critica a otros, para que escuchar o discutir con un tonto prejuicioso que te señala con el índice de fuego sin percatarse que tres de sus dedos lo señalan a él. De vez en cuando es necesario sacudir el árbol de la amistad para derribar la fruta podrida. Un amigo preguntaba ¿Cómo hacer enemigos? Se inteligente, sincero, honesto y feliz… ayuda a cuantos puedas, ámalos, prospera… y ya verás. Por eso, a veces lo que más duele no es el golpe… si no quien te lo da. No es tarde para intentar desarrollar nuestra inteligencia emocional e intentar conocernos bien; sólo hay dos cosas que podemos perder: el tiempo y la vida. La segunda es inevitable, la primera imperdonable; pero recordemos, no basta con arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer.

Chaplin, advierte, “todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más”. Por eso Aristóteles dijo: “Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido”. Es curioso que la vida cuanto más vacía más pesa; pero el escritor André Maurois, alerta: “La vida es un juego del que nadie puede retirarse, llevándose las ganancias. Así es amigos lectores, no hay amor suficiente capaz de llenar el vacío… de una persona que no se ama a sí misma.

Como vemos, vivir en la tierra es caro, pero ello incluye un viaje gratis alrededor del sol cada año. Cierro esta entrega con algo de Confucio: ¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.


 
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